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Lutero |
Lutero vivió la doctrina de la justificación por la fe y la presentó a los fieles como un seguro contra el infierno. El tratado del Servo arbitrio contiene esta confiada afirmación: “Dios, ahora, ha hurtado mi salvación de la acción de mi voluntad y la ha confiado a la acción de Su voluntad y Él me ha prometido salvarme, no en virtud de mis obras ni de mis esfuerzos, sino en virtud de Su gracia y Su misericordia. De esta forma estoy seguro y cierto de que Él es fiel y no me mentirá y que Él es lo bastante poderoso como para que ningún demonio o ninguna adversidad me opongan a Él o me arranquen de Él”. Quien crea en el perdón del Salvador será salvado; mejor,ya está salvado ¿Llega Lutero después de este “descubrimiento de la misericordia” a una constante serenidad? No; ciertamente, no. Pasa por recaídas en la inquietud, dice Jean Delumeau. En su lecho de muerte murmuró: “Dios mío, con qué sufrimientos y con qué angustias abandono este mundo”.
“La ley, muchas veces, nos desespera con sus exigencias y
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Spener, fundador del pietismo |
al mismo tiempo hace aparecer la fuente de nuestra corrupción y la condenación eterna a que da lugar. El necesario horror hacia sí mismo y la certidumbre del merecido castigo deben lanzar al creyente a los brazos de la misericordia divina. Es imposible ir hacia el Salvador sin un previo peregrinaje al país del miedo. Esta “desesperación”, en el espíritu y en la palabra de cierto número de pastores protestantes, es el único camino del perdón”, escribe Jean Delumeau. Aun cuando se haya atravesado victoriosamente el difícil paso entre la ley y la fe, queda pendiente un interrogante: ¿Tengo la verdadera Fe?. Lutero creyó que muchos son los llamados y pocos los elegidos. A finales del siglo XVII, Spener, el fundador del pietismo, se expresa así respecto a la condenación: “Todos estos irán al infierno, porque no han tenido la verdadera fe. Pero tampoco tienen verdadera fe los que permiten que el pecado los domine. Si permanecen en ese estado serán inexorablemente condenados.”
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