No hay rico hoy que no haya sido pobre ayer o cuyos antepasados no hayan sido pobres. De hecho, jamás en la historia humana ha habido menos pobres en proporción a la población mundial, y esto es gracias al sistema de propiedad privada y mercado competitivo. El profesor de la Universidad de Columbia, Xavier Sala i Martín, da una explicación sobre este punto: “A través de la historia, las sociedades humanas han sido formadas por unos pocos ciudadanos muy ricos y una aplastante mayoría de pobres. El 99,9 por ciento de los ciudadanos de todas las sociedades de la historia, desde los cazadores y recolectores de la Edad de piedra, hasta los campesinos fenicios, griegos, etruscos, romanos, godos u otomanos de la Antigüedad, pasando por los agricultores de la Europa medieval, la América de los incas, los aztecas o los mayas, la Asia de las dinastías imperiales o la África precolonial, vivieron en situación de pobreza extrema. Todas, absolutamente todas esas sociedades tenían a la mayoría de la población al límite de la subsistencia hasta el punto de que, cuando el clima no acompañaba, una parte importante de ellos moría de inanición. Todo esto empezó a cambiar en 1760 cuando un nuevo sistema económico nacido en Inglaterra y Holanda, el capitalismo, provocó una revolución económica que cambió las cosas para siempre. En poco más de doscientos años, el capitalismo ha hecho que el trabajador medio de una economía de mercado media no sólo haya dejado de vivir en la frontera de la subsistencia, sino que incluso tenga acceso a placeres que el hombre más rico de la historia, el emperador Mansa Musa I, no podía ni imaginar”.
En 1970, el 30 por ciento de la población mundial vivía con menos de un dólar al día. En el año 2011 la tasa de pobreza era de menos del 5 por ciento. ¿Qué ha pasado desde 1970? Pues, entre otras cosas, que los países más poblados y más pobres del mundo abandonaron los sistemas socialistas de planificación que los condenaban a la pobreza y adoptaron el capitalismo como forma de organización económica.
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