Escribía Lewis que “el punto de vista cristiano es que los hombres han sido creados para estar en determinada relación con Dios (si mantenemos esa relación con Él, se derivará inevitablemente la relación correcta de unos hombres con otros). Cristo dijo que era difícil que el rico entrara en el reino de los cielos, refiriéndose, sin duda, a la riqueza en el sentido más común. Pero yo creo, dice Lewis, que incluye la riqueza en todos los sentidos, la buena fortuna, la salud, la popularidad, y todo lo demás que uno desea alcanzar. Esas cosas contribuyen, como el dinero, a que nos sintamos independientes de Dios, puesto que si las tenemos, nos sentimos felices y contentos ya en esta vida. No queremos prestar atención a nada más, e intentamos apoyarnos en una felicidad dudosa como si durara para siempre. Pero Dios quiere para nosotros la felicidad verdadera y eterna. Por eso, tal vez tenga que apartar estas riquezas de nosotros. Si no lo hiciera, seguiríamos sin confiar en Él. Parece cruel, ¿verdad?, pero yo empiezo a descubrir que lo que la gente llama doctrinas crueles, a la larga, son realmente las más benévolas. Yo solía pensar que una doctrina cruel era sostener que el infortunio y la desgracia eran castigos. Pero en la práctica descubro que, cuando nos vemos en apuros, tan pronto como los consideramos como un castigo, se vuelven más fáciles de soportar. Si consideramos este mundo como un lugar destinado sencillamente para nuestra felicidad, lo hallaremos totalmente inaguantable. Pensemos en él como lugar de preparación y corrección y no nos parecerá tan malo”.
viernes, 20 de marzo de 2020
Si consideramos este mundo como un lugar destinado a nuestra felicidad, lo hallaremos inaguantable
Escribía Lewis que “el punto de vista cristiano es que los hombres han sido creados para estar en determinada relación con Dios (si mantenemos esa relación con Él, se derivará inevitablemente la relación correcta de unos hombres con otros). Cristo dijo que era difícil que el rico entrara en el reino de los cielos, refiriéndose, sin duda, a la riqueza en el sentido más común. Pero yo creo, dice Lewis, que incluye la riqueza en todos los sentidos, la buena fortuna, la salud, la popularidad, y todo lo demás que uno desea alcanzar. Esas cosas contribuyen, como el dinero, a que nos sintamos independientes de Dios, puesto que si las tenemos, nos sentimos felices y contentos ya en esta vida. No queremos prestar atención a nada más, e intentamos apoyarnos en una felicidad dudosa como si durara para siempre. Pero Dios quiere para nosotros la felicidad verdadera y eterna. Por eso, tal vez tenga que apartar estas riquezas de nosotros. Si no lo hiciera, seguiríamos sin confiar en Él. Parece cruel, ¿verdad?, pero yo empiezo a descubrir que lo que la gente llama doctrinas crueles, a la larga, son realmente las más benévolas. Yo solía pensar que una doctrina cruel era sostener que el infortunio y la desgracia eran castigos. Pero en la práctica descubro que, cuando nos vemos en apuros, tan pronto como los consideramos como un castigo, se vuelven más fáciles de soportar. Si consideramos este mundo como un lugar destinado sencillamente para nuestra felicidad, lo hallaremos totalmente inaguantable. Pensemos en él como lugar de preparación y corrección y no nos parecerá tan malo”.
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