Las autoridades chinas han cerrado las cuentas de WeChat de algunos académicos chinos que critican al gobierno por su gestión de la crisis epidémica en el país. La principal acusación es que la censura ha favorecido la difusión del coronavirus, y que la epidemia podría haber sido contenida de un modo más eficaz, con una mayor información. El 15 de febrero, arrestaron al abogado por los derechos humanos Xu Zhiyong, quien también era profesor de la Universidad de Beijing. Fue detenido en Guangzhou (Guandong), durante un “control sanitario” para prevenir la difusión del coronavirus. En un mensaje en las redes sociales, Xu denunció la “incapacidad” demostrada por Xi Jinping para manejar la crisis epidémica, la guerra comercial con los EEUU y las protestas en defensa de la democracia en Hong Kong.
La Agencia nacional China, responsable del control del cíberespacio, ha clausurado una serie de blogs que desde el 2012 publican opiniones de conocidos intelectuales chinos. También fueron eliminadas las publicaciones que piden la libertad de palabra y de expresión después de la desaparición de Li Weliang, el médico de Wuhan que falleció por atender a pacientes enfermos del virus. Los intentos de amordazar la crítica se extienden más allá de las fronteras de China. La embajada china en Singapur atacó a Bilahari Kausikan, responsable del Instituto para el Oriente Medio de la Universidad Nacional de Singapur, por un artículo publicado en Straits Times. Kausikan escribió cómo el Covid-19 ha dejado al descubierto las virtudes y defectos del sistema de gobierno chino. Para él, es evidente que el déficit de información ha acelerado la propagación de la epidemia. Al mismo tiempo, él recuerda que China es un estado “leninista”, guiado por un “partido de vanguardia”, el cual, para sobrevivir, debe ejercer el control sobre todos los aspectos de la sociedad y de la vida política.
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