viernes, 13 de marzo de 2020

La imaginación se alimenta de las apariencias



La imaginación se alimenta de las apariencias, y haciendo un hábil uso de las mismas, se la puede manipular, logrando que creamos casi cualquier cosa sin poder evitarlo, ya que ella, y esa es precisamente su fuerza, se impone sobre lo que dice la razón. El rey es un hombre como cualquier otro; las ropas de ese doctor no lo convierten en alguien más sabio; y ese metal que tanto anhelan los hombres, el oro, no es sino uno más de los muchos que la Tierra alberga. 

Pascal perfila un hombre atrapado por su imaginación, sin capacidad para escapar de su influencia. La lista de obstáculos para el buen uso de la razón no acaba aquí, también están los engaños que producen nuestros sentidos, los errores que nos han enseñado en la escuela y que nos obstinamos en conservar, la enfermedad, el interés propio, la inconstancia y, por último, los sentimientos, sobre los que escribe: “Todo nuestro razonamiento se reduce a ceder al sentimiento”. Esta afirmación sobre los sentimientos será recogida por el filósofo escocés David Hume, que sentenció: “La razón es y solo puede ser esclava de las pasiones”, subrayando así cómo nuestra razón trabaja en favor de nuestros deseos y no de un limpio anhelo de verdad.

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