Escuela de pueblo, de Morgan Weistling |
El psicólogo Silveira subraya que la falta de disciplina, es decir, el escaso interés por instalar buenas costumbres en el niño, conlleva una serie de problemas. La disciplina es la base del equilibro mental futuro del joven porque predispone para la responsabilidad. Las buenas costumbres, además, están relacionadas con la aceptación de límites; un joven que no entiende el concepto de límite se vuelve insolente e insoportable. Silveira denuncia como una idea falsa la alternativa entre educar al niño con cariño o con disciplina. Es necesario combinar las dos cosas. Menciona técnicas clásicas en psicología para mejorar la actitud de los jóvenes, por ejemplo, ignorar las conductas negativas y elogiar las positivas. Subraya que los niños aprenden rápido y si, por el contrario, no se les enseña a controlarse el resultado son hijos frustrados, proclives al desencanto, desorganizados mentalmente y en su conducta. También es fácilmente perceptible que bastantes jóvenes se sienten éticamente desorientados, comportándose muchas veces como tiranos con sus propios padres.
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