En ningún lugar son más palpables las nuevas formas de apartheid que en los ricos estados petroleros de Oriente Medio (Kuwait, Arabia Saudí y Dubai). Ocultos en los alrededores de las ciudades, a menudo literalmente detrás de muros, se encuentran decenas de miles de invisibles trabajadores emigrantes que hacen todo el trabajo sucio, desde los servicios hasta la construcción, separados de sus familias y sin ningún derecho reconocido.
J. Hari, escribe en A morally bankrupt dictatorship built by slave labour, Independent : Invisibles para aquellos que visitan Dubai por el brillo del paraíso consumista de la alta sociedad, los trabajadores emigrantes están cercados en inmundos suburbios sin aire acondicionado. Se les trae desde Bangladesh o Filipinas con la promesa de salarios elevados; una vez en Dubai se les retira el pasaporte, se enteran de que los salarios serán mucho más bajos de lo prometido y después tienen que trabajar durante años en condiciones extremadamente peligrosas para pagar su deuda inicial (producto de los gastos de transportarlos a Dubai); si protestan o se declaran en huelga simplemente la policía les da una paliza hasta que se rinden. Esta es la realidad.
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