Durante las últimas décadas, las empresas han tomado la decisión premeditada de premiar increíblemente bien a sus gerentes y superestrellas, mientras que tratan al trabajador corriente como un coste que debe minimizarse o reducirse. Los principales consejeros delegados de Estados Unidos ganan ahora 373 veces el salario de un trabajador promedio, en comparación con las 42 de 1980. Como consecuencia de las decisiones que hemos tomado como sociedad acerca de compartir los beneficios del crecimiento económico y los logros de la productividad tecnológica, la brecha entre los de arriba y los de abajo se ha ensanchado enormemente, por lo que, en gran medida, la clase media ha desaparecido.
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