“El que ama tiene cumplida la otra ley” (Rom., 13, 8). Esta afirmación viene a constituir el centro de gravedad de la parénesis moral de la carta a los Romanos. Añade aclarando; “pues el “no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no codiciarás” y cualquier otro mandamiento que haya, se recapitulan en esta palabra, “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. El amor al prójimo no hace el mal. El amor, pues, es la plenitud de la ley” (Rom., 13, 9-10). En la carta a los Gálatas (5, 14) había también dicho que “la ley entera queda cumplida en una sola palabra, en el “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. "Sed siervos unos de otros por el amor" (Gál., 5, 14).
Más que con un individualismo egoísta (que reintroduciría una esclavitud de la carne), la libertad se identifica con una actitud solidaria (que puede también ser vista, desde otro ángulo, incluso como servidumbre mutua). Tal es la actitud cristiana, profundamente moral sin necesidad de ley. Continúa con “la ley entera queda cumplida en una sola palabra: en el “amarás a tu prójimo como a ti mismo”” (Gál., 5, 14). Sin duda está pensando, y es lo que da lógica a su lenguaje y a su argumentación, en la espontaneidad propia del amor, frente a la constricción de quien actúa por un mandato externo y en vista de la sanción que lo apoya. Daría san Agustín una versión particularmente fiel en su radicalidad, “ama y haz lo que quieras”.
El conocidísimo himno al amor, una de las páginas más brillantes que contienen las cartas paulinas (1 Cor., 13). La primera y tercera de sus estrofas cantan el valor único del amor; en la primera, manteniendo que cualquier otro valor, sin el amor, es nada; en la tercera, exaltando su eternidad (con la conclusión: Así que esto queda: fe, esperanza, amor, estas tres realidades; y, de ellas, la más valiosa es el amor)
Referencia: Victoria Camps, filósofa española, catedrática emérita de la Universidad de Barcelona. Historia de la Ética
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