La burguesía que desbancó a los señores feudales y que en España comenzó a disfrutar de las propiedades señoriales con las desamortizaciones del siglo XIX, fue aún más brutal con los recursos naturales. Millones de hectáreas de bosques fueron roturados para su aprovechamiento agrícola. Los desmanes llegaron tan lejos que el Estado intentó salvar lo salvable creando el cuerpo de Ingenieros de Montes en 1854. En 1877 se promulga la Ley de Repoblación Forestal y se crea el Patrimonio Forestal del Estado. Unos seis millones de hectáreas de bosques y zonas de gran interés ecológico son rescatadas de la desamortización al ser incluidas en el Catálogo de Montes de Utilidad Pública. Durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX, los ingenieros de montes son la vanguardia conservacionista de España, luchando denodadamente por salvar y recuperar el patrimonio forestal y con ello la naturaleza española. Simultáneamente a los esfuerzos de los forestales por frenar los efectos de la ignorancia y el afán de lucro de sus contemporáneos, de nuevo los grandes terratenientes españoles, con sus inmensos cotos de caza, fueron, sin ser conscientes de ello, guardianes del patrimonio ecológico. En el resto del mundo occidental soplaban, sin embargo, vientos más duros para la naturaleza. La diferente estructura de la propiedad de los países de Europa occidental y del norte de América, así como el avance de la sociedad industrial en ambas zonas, favoreció cambios mucho más brutales que los que se estaban produciendo en España por aquellos tiempos, afirma Benigno Varillas, naturalista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario