“Según las Naciones Unidas, un migrante internacional es una persona que vive en un país distinto a su país de nacimiento. Se calcula que en 2015 había en el mundo 244 millones de migrantes, 76 millones de ellos en Europa. Se habían desplazado y reasentado (en su mayoría legalmente) por múltiples razones como evitar un conflicto, discriminación y violación de derechos humanos; también para escapar del desempleo, la pobreza o el hambre en busca de una vida mejor; o simplemente para buscar nuevas oportunidades laborales. La mayoría de los migrantes no son clasificados como refugiados. La cifra total de refugiados era mucho menor, unos 19,5 millones en todo el mundo en 2014 (en torno al 8 % de los migrantes). Un número indeterminado de los migrantes que en 2015-2016 llegaron a Europa lo hicieron única o principalmente por motivos económicos, pero la crisis migratoria en Europa fue ante todo una crisis de refugiados, de personas que huían de la guerra, la persecución y del desarraigo forzoso de sus hogares, y buscaban asilo en países europeos.En 2006, el número de solicitantes de asilo en la Unión Europea había descendido a menos de doscientos mil, pero a partir de 2007 fue aumentando gradualmente hasta alcanzar en 2015 un punto crítico con una cifra anual de aproximadamente 1,3 millones. Más de la mitad de los solicitantes de asilo provenían de tres países, Siria, Afganistán e Irak.La mayoría de los refugiados lo hicieron a través del Mediterráneo oriental y los Balcanes, o desde el norte de África. Muchos entregaban el último dinero que poseían a traficantes sin escrúpulos que los transportaban a través del Mediterráneo hasta Grecia e Italia en embarcaciones precarias y peligrosamente abarrotadas. Uno de ellos, Alí, que huyó de Irak con sus cuatro hijos, pagó a los traficantes en Turquía ocho mil euros por cinco plazas en un gran yate para que los trasladara sanos y salvos a Grecia, pero cuando se presentaron en una playa aislada no hallaron ninguna señal del imponente yate. En su lugar, fueron obligados a punta de pistola a embarcar en un pequeño bote con otras once personas. A mitad de travesía en dirección a la isla griega de Cos, el motor falló, el barco empezó a llenarse de agua y acabó hundiéndose. Los guardacostas griegos pudieron rescatar a algunos de los que iban a bordo, pero dos de los hijos de Alí no figuraron entre los supervivientes; solo pudo mirar mientras los perdía en las oscuras aguas del Egeo. Esta fue una de las innumerables tragedias humanas de las crisis de los refugiados”, escribe Ian Kershaw.
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