domingo, 20 de mayo de 2018

El corazón tiene razones que la razón no conoce.


“El corazón tiene razones que la razón no conoce” (Pascal. Pensamientos, 277). El “espíritu de geometría” utiliza la razón, mientras que el “espíritu de finura” usa el corazón. Cuando Pascal habla de corazón se está refiriendo a la inteligencia no reducida a la razón, no constreñida por las reglas lógicas y por el razonamiento hipotético, sino a la capacidad que tiene la inteligencia humana de penetrar en la esencia de lo real y de captar los principios que rigen la realidad. El “espíritu de finura” hace que se vea la cosa de golpe, de una vez y no mediante un razonamiento progresivo; es la intuición contra el razonamiento, lo infinito contra lo finito, lo inefable contra lo formulable. “Conocemos la verdad no sólo por la razón, dice, sino también por el corazón. De esta última manera conocemos los primeros principios, y es en vano que el razonamiento, que no tiene parte en ellos, trate de combatirlos” (Pascal. Pensamientos, 282). 


Pascal.
Para Pascal el corazón es ese instinto intelectual que capta los primeros principios, pero también una intuición vital que toca las fibras más íntimas del alma, que comprende la naturaleza de ese ser esencialmente paradójico que es el hombre: “una nada frente al infinito, un todo frente a la nada, un medio entre nada y todo”. Ese ser miserable, “gusano imbécil”, “cloaca de incertidumbre”, “desecho del universo”, desgarrado y paradójico, sólo se comprende a sí mismo en referencia a Dios. Pero Dios permanece oculto a la razón, es un deus absconditus, al que sólo se puede acceder mediante el corazón. El corazón es el que siente a Dios y no la razón, porque “Dios es sensible al corazón”. Por eso, las pruebas racionales para demostrar la existencia de Dios, Pascal está pensando en Descartes, están formuladas para convencer a “ateos endurecidos”, pero son estériles, porque llegan a lo sumo al Dios de los filósofos, a un “Dios sin Cristo”, autor de las verdades geométricas; no al Dios personal que salva al hombre y lo saca de su miseria. Pascal no pretende demostrar si Dios existe, para él es una verdad evidente, sino hasta dónde estamos dispuestos a comprometernos con Él.

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