Decía Chesterton que la institución del hogar es la única institución anarquista. Es decir, es más antigua que la ley y permanece fuera del Estado. Por su naturaleza, la renuevan o corrompen fuerzas indefinibles de costumbre o parentesco. No debe entenderse que esto signifique que el Estado no tiene autoridad sobre las familias; pero el Estado no tiene la capacidad de entrar en la mayoría de los casos normales de alegrías y penas familiares. No es que la ley no deba interferir, es que no puede hacerlo.
Chesterton |
Un marido y una mujer, o una madre y un hijo, tienen la capacidad de hacer al otro feliz o desgraciado con métodos a los que no puede recurrir ningún poder público, añade Chesterton. El niño debe depender de la más imperfecta de las madres, la madre puede estar dedicada al más indigno de los hijos; en esas relaciones, las venganzas legales son inútiles.El Estado no tiene herramienta lo bastante delicada como para desenraizar las costumbres enraizadas y los afectos mutuos de la familia; los dos sexos, ya sean felices o infelices, están unidos con demasiada fuerza como para que nosotros metamos la hoja de una navaja legal en medio de ellos. El hombre y la mujer son una carne; sí, incluso cuando no son un espíritu.
No hay comentarios:
Publicar un comentario