Pascal decía que si no hubiese oscuridad, el hombre no advertiría su corrupción; de no haber luz, el hombre no esperaría ningún remedio. Así, no sólo es justo sino además útil para nosotros que Dios esté oculto en parte y descubierto en parte, puesto que es igualmente peligroso para él hombre conocer a Dios sin conocer sus miserias y conocer sus miserias sin conocer a Dios. Conocer una sola de estas dos cosas inclina, o a la soberbia de los filósofos, que han conocido a Dios, pero no sus miserias, o a la desesperación de los ateos, que conocen sus miserias sin redentor. Y así como para el hombre es necesario el conocimiento de ambas cosas, también era necesario que la misericordia de Dios nos las hiciera conocer. La religión cristiana lo hace; consiste precisamente en esto.
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