Aunque los documentales y los informativos dan la impresión de reflejar la realidad, se trata, como cualquier periodista sabe, de una realidad construida. Más o menos manipulada, con mejores o peores intenciones, pero construida.
Cuenta el profesor Daniel Tubau que en primer lugar hay que seleccionar entre lo que se tiene; ya esa selección refleja los gustos y a menudo la ideología del seleccionador. En segundo lugar, las imágenes son reales y el sonido es real, pero la mezcla quizá no lo sea. Si a las imágenes de una partida de cartas les añadimos un off, como la voz de alguien que recuerda "su última partida de cartas", estamos mostrando juntas dos cosas que hasta entonces habían estado separadas y, por tanto, establecemos una relación de causa y efecto muy poderosa. El siguiente paso manipulador es el orden en el que se coloca el material seleccionado. En los documentales dedicados a la vida salvaje casi nunca han sucedido las cosas como nos las muestran. Vemos a un
león mirando, después a unas gacelas pastando, tras esto a un león corriendo y, finalmente, un león comiéndose a una gacela, pero lo más probable es que todo eso haya sucedido en días diferentes, o que ni siquiera haya sucedido. Cuando el león miraba, miraba a otro sitio, cuando corría lo hacía persiguiendo a un vulgar ratón, y la gacela que devoraba era un trozo de carne de vaca. En ocasiones ni siquiera es el mismo león el que hace todas esas cosas. Rodar documentales con animales salvajes es tan difícil como trabajar con niños, así que hay que buscar maneras de conseguir buenas imágenes y después unirlas, de tal modo que parezca una narración continua y causal.
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