Steve Jobs |
En noviembre de 2011, cuando se dedicaban toda clase de tributos póstumos al genio y líder de Apple, Steve Jobs, apareció un artículo en el semanario New Yorker. Su autor, Malcolm Gladwell, argumentaba que Jobs no fue el inventor de una máquina o de una idea que cambió el mundo; pocos seres humanos llegan a serlo. Lejos de ello, fue un brillante adaptador de anteriores inventos más burdos e ideas parciales de otras personas, que aprovechó, modificó y mejoró constantemente. Es decir, fue lo que en la jerga informática actual se conoce como tweaker, y su auténtico genio consistió en esforzarse en incrementar cada vez más la eficacia de los productos de su empresa.
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