No se educa el paladar de nadie diciéndole que lo que está acostumbrado a comer, una col blanda y demasiado hervida, por ejemplo, es decididamente asqueroso, sino persuadiéndolo de que pruebe un plato de verduras bien preparadas. Es verdad que, en el caso de algunas personas, parece más efectivo decirles: “Solo a la gente vulgar le gusta la col demasiado hervida, la gente fina la prefiere al estilo chino”, pero los resultados suelen ser menos duraderos.
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