¿Qué hacen los chinos, los irlandeses, los polacos, los checos y los chilenos para atraer capitales extranjeros? Miran a su alrededor, en lugar de mirar hacia adentro. En lugar de compararse con cómo estaban ellos mismos hace cinco o diez años, se comparan con el resto del mundo, y tratan de ganar posiciones en la competencia mundial por las inversiones y las exportaciones. Ven la economía global como un tren en marcha, en el que uno se monta, o se queda atrás. En lugar de enfrascarse en interminables discusiones sobre las virtudes y los defectos del libre comercio, o del neoliberalismo, o del imperialismo de turno, China se concentra en el tema que considera prioritario, la
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competitividad |
competitividad. Y lo mismo ocurre en Irlanda, Polonia o la República Checa, que saben que la clave del progreso económico es ser más competitivos que los demás. A diferencia de muchos países latinoamericanos, que están enfrascados en debates sobre el libre comercio como si éste fuera un fin en sí mismo, los países que más crecen no pierden de vista el punto central que es de lo poco sirven los tratados de libre comercio si un país no tiene qué exportar, porque no puede competir en calidad, en precio ni en volumen con otros países del mundo, dice Oppenheimer.
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Rudiger Dornbusch |
Rudiger Dornbush, el fallecido economista del Massachusetts Institute of Technology (MIT), cuando le preguntaron por qué Argentina tenía tantas dificultades contesto que “los países desarrollados tienen normas flexibles de cumplimiento rígido. Ustedes tienen normas rígidas de cumplimiento flexible”. Los países que funcionan actualizan sus leyes, pero una vez que lo hacen sus gobiernos las hacen cumplir. En los otros, las leyes son estáticas, pero no necesariamente inflexibles. Mientras no se respeten las leyes y no exista confianza, los países no recibirán inversiones nacionales ni extranjeras.
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