La palabra autoridad proviene del latín auctoritas; es decir, de lo que estimula o ayuda a crecer. En este sentido, dice Fernando Savater, la autoridad que tiene un padre sobre su hijo no es simplemente su vocación de mando ni su capacidad de dar órdenes, sino su aptitud para facilitar y potenciar su desarrollo.
Los padres dejan una gran herencia a los hijos cuando estos descubren que el trabajo es el mejor y más sólido capital, cuando muestran el valor de las cosas y enseñan a gastar teniendo en cuenta las necesidades que padecen muchos en la tierra, cuando les educan para ser generosos, escribe Fernández Carvajal.
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