Actuamos como si las convicciones expresas fueran importantes; las obras son más elocuentes que las palabras. Resulta que uno no puede engañar a cualquiera en cualquier momento. Los demás tratan de descubrir que pautas siguen nuestros actos más insignificantes y son lo bastante sensatos como para desconfiar de las palabras que de algún modo se contradicen con nuestros hechos.Necesitamos desesperadamente dar un significado a nuestras vidas y sacrificamos lo que sea necesario a las instituciones que nos lo proporcionen. Al mismo tiempo necesitamos independencia, sentir que somos dueños de nuestros destinos.
Referencia: En busca de la excelencia de Thomas J. Peters y Robert H. Waterman
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