domingo, 28 de diciembre de 2025

El placer es siempre efímero, fugaz y perecedero

Escribe Samer Soufi en Lo que Freud le diría a Spielberg que “cualquier actividad sensorial placentera que desarrollemos inevitablemente acaba perdiendo su atractivo después de que llevemos un tiempo realizándola…..La comida, la bebida, la música, el sexo, o cualquier otra actividad sensorial, tienen un efecto euforizante y placentero inicial, pero su duración no es ilimitada. A partir de un determinado punto, comienzan a dispararse los mecanismos de retroalimentación negativa del cerebro, reduciendo el nivel de recompensa que producen. Y si pese a todo persistimos en practicar estas actividades, llegará un momento en que el placer se transforme en sensaciones desagradables y nauseabundas. Por tanto, sea cual sea su naturaleza, el placer es siempre efímero, fugaz y perecedero. Y esto tiene que ver con la naturaleza misma del placer. En última instancia, el placer no es más que un mecanismo biológico cerebral que nuestro organismo utiliza para premiar las conductas que, desde una perspectiva evolutiva, maximizan nuestras probabilidades de sobrevivir y propagar nuestros genes.
Si no existiera el efecto de la saciedad se pondría en peligro la propia supervivencia, debido al deseo de persistir en la obtención del mismo placer de forma indefinida.

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