viernes, 19 de diciembre de 2025

Jazz de Nueva Orleans


Nueva Orleans. La metrópoli portuaria, con inmigrantes de Europa, África y Centroamérica, se convirtió en el lugar más cosmopolita y hedonista de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Antes que Nueva York o Los Ángeles, la creatividad pasaba por Nueva Orleans y, especialmente, por el legendario barrio Storyville, el espacio de juego, perdición, crimen y vicio donde se crio Louis Armstrong, pero antes lo hizo un músico crucial, el pianista Jelly Roll Morton, quien en sus conciertos en bares y prostíbulos aportó la improvisación al ragtime salida del folclore negro, conocido poco después como blues. Morton, que con polémica se autodenominó el inventor del jazz, decía que a su música festiva en Storyville incluía también un matiz español. La línea de conexión con ese matiz español se tiene que buscar en el Caribe. Una conexión que no ha dejado de crecer y apreciarse entre los músicos y los estudiosos de Nueva Orleans. Es un condimento del jazz que tiene que ver con lo erótico, lo físico, lo festivo, dentro del espíritu de improvisación, escribe Fernando Navarro, crítico musical.
Hot jazz es decir jazz de Nueva Orleans y su formulación no solo se apreciaba en el piano de Jelly Roll Morton en los tugurios, sino también en las orquestas callejeras. Las bandas de Nueva Orleans (brass bands) crearon, por tanto, el credo de la improvisación colectiva, la espontaneidad de cada uno sumaba al conjunto en favor del ritmo trepidante. Formaciones con instrumentos de viento, cuerda y percusión buscaban la expresión de cada instrumento con agitación y gozo comunitarios. La Creole Jazz Band, la orquesta de King Oliver, fue una de las máximas referencias y la más importante en registrar sus canciones en un estudio de grabación. De allí saldría Louis Armstrong, el gran embajador del futuro jazz y primera estrella de la música popular en Estados Unidos, afirma Navarro.


Nueva Orleans fue la gran ciudad de la diáspora caribeña y recibió también intercambios de Cuba, Haití y otros países de la región. Algunos estudiosos están indagando en el legado de Honduras, donde los descendientes de africanos y aborígenes caribeños y arahuacos en su exilio llevaron el ritmo extraordinario que ofrecen las percusiones de la cultura garífuna. Incluso hay investigaciones con las bandas militares de México durante ese periodo de finales del siglo XIX en el que la frontera estaba por definir. Los intercambios dejaron instrumentos de viento como las cornetas y modos de tocar que influyeron en las brass bands de Nueva Orleans.
El jazz era una música tan viva y agitada desde su raíz misma de búsqueda de libertad y expresión de identidad colectiva que no había cadenas que amarrasen con facilidad al sonido. Porque, como decía el trompetista Wynton Marsalis, “el jazz siempre es raza”. Y, en este sentido, conviene recordar las palabras del historiador Howard Zinn: “El jazz por muy alegre que fuera, presagiaba rebelión”. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario