En la historia de la cristiandad, la Iglesia y el Estado nacieron como entidades separadas, lo que no es el caso en el Islam. Pero esa separación nunca ha sido necesaria o completa. A finales de la Edad Media, todos los príncipes europeos imponían creencias religiosas a sus súbditos; y los conflictos sectarios tras la Reforma provocaron más de un siglo de guerras sangrientas. Así, la política secular moderna no nació automáticamente de la cultura cristiana, sino que tuvo que aprenderse a golpe de dolorosas experiencias históricas. Uno de los logros de los primeros años del liberalismo moderno fue su éxito en persuadir a las personas de la necesidad de excluir de la política la discusión sobre los fines últimos que abordan las religiones. Occidente pasó por esa lucha, y creo que el islamismo moderno la está librando actualmente, escribe Francis Fukuyama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario