Cuenta el escritor Torrente Ballester que “mi abuela era una mujer que tenía un pie en la tierra y otro en el cielo…Siempre sospechaba que detrás del mendigo que llegaba a la puerta pudiera estar santa Ana, o santa Gertrudis, o incluso la Virgen María. De manera que en mi casa se trataba con muchísimo respeto a los mendigos”.
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