Escribe C. S. Lewis que los paganos (y especialmente los metuentes) a los que predicaban se sentían perseguidos por un sentido de culpa, y, por tanto, el Evangelio era para ellos “la buena nueva”. Nosotros nos dirigimos a personas a las que se les ha enseñado a creer que todo lo que va mal en el mundo es por culpa de otros: los capitalistas, el gobierno, los nazis, los generales. Incluso al mismo Dios se dirigen también como jueces. Quieren saber, no si pueden ser absueltos de sus pecados, sino si Él puede ser absuelto de haber creado un mundo así.
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