Dios, al crear, ha dejado impresas en las cosas la huella de su creación, especialmente en el ser humano, hecho a su imagen y semejanza. En el hombre se manifiesta ese rastro divino en su deseo de Dios. Fiel a la tradición neoplatónica, san Agustín pondrá el fin del hombre en el retorno al Ser del que procede. La novedad de su planteamiento es que en ese retorno interviene la libertad. La libertad es el buen uso del libre albedrío. Poder obrar mal, piensa, es señal de que tenemos libre albedrío, pero poder no hacerlo es signo de libertad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario