lunes, 29 de junio de 2020

Esta era nuestra no es una edad de razón, sino una edad visual



Picasso estalló colérico: “Los museos apenas son un montón de mentiras, y la gente que hace del arte su negocio son en su mayoría impostores… Hemos inyectado los cuadros de los museos con toda nuestra estupidez, todos nuestros errores, toda nuestra pobreza de espíritu. Los hemos convertido en cosas insignificantes y ridículas. Nos hemos atado a una ficción, en lugar de intentar sentir qué vida interna había en los hombres que los pintaron”. (Picasso, Forty Years of his Art, ed. A. H. Barr Jr.).


“Conservando en la mente estas últimas frases, dice Fritz Saxles, es útil pensar por un momento en nuestra situación actual. Miles y miles de personas hacen cola al sol, la lluvia o el viento para ver las exposiciones de Picasso y Van Gogh, y los movimientos de estas muchedumbres van acompañados de un coro de banalidades y por cartas refinadas o a menudo descaradamente estúpidas en los periódicos. En el museo del Prado la gente habla con sospechosa facilidad sobre buena y mala restauración de cuadros, gente que nunca ha visto mezclar colores y que jamás ha sostenido un pincel. Aún así, ¿se dan cuenta de que quizá nunca en la historia intelectual de este país ha ocurrido antes que la gente haga cola, no para el cine, el teatro, ballet, ópera o los regalos de boda de una princesa, sino para el privilegio de ser admitidos en presencia de una serie de cuadros? ¿Y que esto ocurre a pesar del hecho de que la mayoría de ellos apenas podrán ver los cuadros porque las salas están repletas, y que en cualquier caso sólo los pocos cuyas mentes estén en consonancia con la del artista pueden disfrutar de ellos? ¿Y por qué todo esto? Porque esta era nuestra no es una edad de razón, sino una edad visual, y muchos de nosotros nos inclinamos más a sacar un placer de ilustración e intelectual y de exultación a partir de imágenes que de la palabra impresa o pronunciada”.

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