Laura Moriarty en su novela Una acompañante en Nueva York escribe que “los jóvenes pueden exasperar, claro está, y asustar, y mostrarse condescendientes, e insultar, y cortarte con sus aristas todavía sin pulir. Pero también pueden arrastrarte, mientras protestas y regañas e intentas apartarte, hasta la mismísima ventana del futuro, e incluso empujarte por ella”.
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