La llegada del partisanismo a la televisión afectó de forma decisiva a los canales televisivos y a la prensa de calidad que apostaban por los hechos comprobados. A fin de diferenciarse de aquellos que manipulaban la realidad y para evitar ser señalados bajo acusaciones de sesgo ideológico, los medios no partisanos reforzaron su compromiso con la objetividad dejando espacio para todas las visiones posibles a propósito de un hecho, incluso en aquellos temas científicos completamente demostrados donde no cabían dos interpretaciones posibles. Esta lógica creó un fenómeno de falsa equivalencia que le otorga la misma legitimidad a dos puntos de vista contrarios cuando es obvio que uno de ellos está mucho más cercano a la verdad. A través de esta equidistancia mal entendida, los medios que buscaban la objetividad terminaron echándole gasolina al fuego de la posverdad. En palabras de McIntyre, el propósito de la objetividad no es darle el mismo tiempo de emisión a la verdad y a la falsedad, sino facilitar que aflore la verdad, escriben David García-Marín y Roberto Aparici
No hay comentarios:
Publicar un comentario