Como manifestó Eleanor Roosevelt “nadie puede herirte sin tu consentimiento”. Y Gandhi decía que “ellos no pueden quitarnos nuestro autorrespeto si nosotros no se lo damos”. Para empezar, lo que nos daña, mucho más que lo que nos sucede, es nuestro permiso, nuestro consentimiento a lo que nos sucede.
Lo que nos hiere o daña no es lo que nos sucede, sino nuestra respuesta a lo que nos sucede. Desde luego, las cosas pueden dañarnos físicamente o perjudicarnos económicamente, y producirnos dolor por ello. Pero nuestro carácter, nuestra identidad básica, en modo alguno tiene que quedar herida, opina Stephen Covey.
No hay comentarios:
Publicar un comentario