Las bibliotecas más prestigiosas se caracterizaron por su ambición de universalidad. Querían recoger, dice el historiador Jürgen Osterhammel, el saber de todos los pueblos y todos los tiempos. Para ello necesitaban librerías con contactos comerciales internacionales y que el mercado anticuario pudiera disponer de bibliotecas de particulares. En Estados Unidos se hizo mediante la fundación de la Biblioteca del Congreso, en 1800; el hecho de que, desde poco después de 1930, esta biblioteca pasara a poseer el fondo más cuantioso del mundo culminó la emancipación cultural del país.
Formular la pregunta de si el arte pertenecía al estado o a sus príncipes; a principios del siglo XIX era un problema delicado, porque la Revolución Francesa había establecido un precedente radical al confiscar y nacionalizar los tesoros artísticos privados que hicieron posible que el Louvre fuera el primer museo público de Europa. En Estados Unidos, la situación era distinta, porque la construcción de los museos, a partir de la década de 1870, se debió sobre todo a la munificencia personal de los ricos y millonarios.
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