Azotados por la debacle económica debido a la pandemia, los bancos chinos atraviesan una crisis. El 20 de junio, los clientes del banco de Baoding (Hebei) corrieron a las sucursales para retirar sus ahorros. Pocos días antes, sucedió lo mismo en el Yangquan Commercial Bank, en la ciudad homónima de la provincia de Shanxi. En China, los depósitos bancarios cuentan con una garantía que cubre una suma máxima de 500.000 yuanes (63.000 euros), pero las inversiones y los fondos de pensión no están cubiertos. Las instituciones bancarias, sobre todo en las áreas suburbanas, acumulan una enorme cantidad de créditos que no logran cobrar.
Muchos bancos se encuentran descapitalizados. Sus mayores deudores son las administraciones locales que, siguiendo las indicaciones del gobierno central, en los últimos 10 años han utilizad los bancos del territorio para financiar el gasto en infraestructuras. Los bancos locales también financian a las pequeñas empresas y a los agricultores, dos segmentos duramente afectados por la emergencia de coronavirus.
La recesión económica, causada por la crisis pandémica y agravada por la guerra de aranceles con los EEUU, ha provocado la explosión de la deuda china pública y privada. Según el Instituto Internacional de Finanzas, en el primer trimestre del 2020 la deuda total de nación representó el 317% del PIB.
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