Lev Nikoláievich Tolstoi |
Los conceptos de un Dios infinito, de la naturaleza divina del alma, de la relación entre Dios y los asuntos de los hombres, del bien y del mal son, todos ellos, conceptos cuya esencia se ha elaborado en el infinito oculto del pensamiento humano, escribe Lev Nikoláievich Tolstoi.
Y añade Tolstoi: “Comprendí que la verdad se me había ocultado, no tanto por el error de mis pensamientos como por el de mi propia vida, que había pasado satisfaciendo mis deseos y en las condiciones exclusivas del epicureísmo. Comprendí que, cuando preguntaba qué era mi vida y la respuesta era “un mal”, ésta era completamente correcta. El error consistía en que había atribuido a la vida en general una respuesta dirigida sólo a mí. Me preguntaba qué era mi vida, y recibía por respuesta que era un mal y una absurdidad. Y ciertamente, mi existencia, consagrada a la complacencia de mis deseos, era absurda y mala, y la afirmación de que la vida es mala y absurda sólo se refería a la mía propia y no a la vida en general. Comprendí entonces la verdad que más tarde hallé en el Evangelio: los hombres prefieren las tinieblas a la luz porque sus acciones son malas. El que comete malas acciones detesta la luz y no va por la luz para que sus obras no sean vistas. Comprendí que para entender el sentido de la vida era preciso, ante todo, que ésta no fuese absurda ni mala, y luego uno podía utilizar la razón para entenderla”.
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