martes, 7 de enero de 2020

Nuestra sociedad se ha vuelto intolerante con la diversidad

Lawrence Diller, pediatra especializado en psiquiatría infantil desde hace casi treinta años y autor del libro El último niño normal, explica que nuestra sociedad se ha vuelto intolerante con la diversidad humana. Las criaturas que llegan hoy a la consulta son mucho menos “anormales” que las de antes. Sus padres las traen por problemas cada vez más triviales, ellos mismos son menos capaces de tolerar pequeñas debilidades, quieren tener hijos no conflictivos que se ajusten al modelo preestablecido. 



La falta de tiempo, de disponibilidad y de apoyos a las familias, las crecientes exigencias académicas (incluso a edades muy tempranas), la presión escolar para que sigan los programas a un ritmo homogéneo, las dificultades de aprendizaje no diagnosticadas y el desmesurado valor social atribuido al trabajo intelectual y académico, que hace sentir inferiores a las personas dotadas con otro tipo de capacidades (talentos artísticos, kinestésicos, manuales, etc.) son algunos de los factores que explican, según Diller, esta situación. “Lo cierto es que todas las personas somos distintas… Los padres deberían aceptar que ninguno de sus hijos se parece a otro, y que no han venido al mundo a cumplir sus expectativas. Tal vez necesiten que alguien los tranquilice diciéndoles que saldrán adelante siendo simplemente ellos mismos”.

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