lunes, 20 de enero de 2020

El dominio holandés en el siglo XVII


Durante el siglo XVII los teóricos y políticos de Amsterdam atribuían la decadencia del dominio portugués en el Oriente a la disipación de energía y capital en la conquista territorial, y pusieron en guardia a la compañía holandesa contra un error semejante. La norma oficial era la de apegarse al comercio y evitar enredarse en la política de Indonesia. Sin embargo, cuenta el historiador John Parry, el establecimiento de puestos y bases reclamaron tratados con los gobernantes locales; los tratados comerciales condujeron a alianzas, y éstas a protectorados. Los holandeses se hallaron finalmente no sólo siguiendo los pasos de los portugueses, sino adquiriendo mucho más territorio real que el que habían poseído los portugueses, dice Parry.


El establecimiento de una colonia en el Cabo de Buena Esperanza fue la única verdadera colonia fundada por los holandeses en el Viejo Mundo durante el siglo XVII. Fue erigida en 1652, no como puesto comercial, sino como base estratégica para el comercio de las Indias y como escala conveniente para el aprovisionamiento de las naves de la compañía. Aunque reteniendo toda la propiedad en sus manos, la compañía ofreció medios y arriendos en fáciles condiciones y pronto atrajo a un gran número de colonos. La mayoría de estos boers, manifiesta Parry, eran campesinos holandeses y de otras partes que sólo ansiaban tierra y no se dolían de las restricciones políticas y comerciales impuestas por la compañía. A los pocos años, la colonia producía vino y alimentos en gran cantidad y se había convertido en una posesión valiosa.



Con su puerto abierto en Nueva Amsterdam y sus bases comerciales en el Caribe, los holandeses estaban en una situación que les permitía despojar a España, Francia e Inglaterra de una gran parte del valor comercial de sus posesiones coloniales; pues ellos tenían también los buques necesarios para conducir la carga. En el comercio, especialmente en el comercio marítimo, los holandeses eran los señores y maestros de Europa en el siglo XVII, lo cual no era extraño, puesto que el comercio constituía toda la vida y la base de subsistencia de su estado. Sus compañías de las Indias orientales y de las occidentales eran corporaciones fuertemente subvencionadas por el Estado, y un alto cargo en una de las compañías era socialmente tan honorable como un alto cargo en el Estado mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario