Magnus Hirschfeld |
A veces pienso que la historia se repite y el hombre tiene poca imaginación. Magnus Hirschfeld, que fundó en 1897 el Comité Científico-Humanitario, de nombre aparentemente inocuo. Hirschfeld era un homosexual y propagaba en numerosas publicaciones la idea de que los homosexuales eran un “tercer sexo” cuya orientación se debía más a factores congénitos que ambientales. Su comité estaba consagrado a conseguir la abolición del párrafo 175 del Código Penal del Reich, que declaraba ilegal la “actividad indecente” entre varones adultos. En 1919 el gobierno estatal socialdemócrata de Prusia otorgó a Hirschfeld una subvención para convertir su comité en un Instituto para la Ciencia Sexual con financiación pública, que tenía su sede en el elegante barrio de Tiergarten, en el centro de la capital. El instituto proporcionaba asesoramiento sexual, celebraba para el público en general sesiones de preguntas y respuestas sobre temas como "¿cuál es la mejor forma de tener relaciones sexuales sin peligro de embarazo?" y hacía campaña a favor de la reforma en todas las leyes que regulaban el comportamiento sexual. Hirschfeld estableció rápidamente una amplia gama de relaciones internacionales, dentro de la Liga Mundial para la Reforma Sexual, de la que su instituto fue en la década de 1920 la sede central. Él fue la fuerza impulsora de la difusión del control público y privado de la natalidad y de las clínicas de asesoramiento sexual de la República de Weimar.
Berlín 1927 |
Las leyes que restringían la venta de condones se suavizaron en 1927 y a principios de los años treinta había más de 1.600 máquinas expendedoras en lugares públicos, y una sola empresa de Berlín producía 25 millones de condones al año. Se abrieron centros de asesoramiento sexual, que aconsejaban sobre métodos anticonceptivos, y muchos de ellos, como el instituto de Hirschfeld, estaban financiados y, en algunos casos, incluso dirigidos por el gobierno prusiano y por otros gobiernos regionales,
El aborto resultaba mucho más polémico, sobre todo debido
a los grandes riesgos médicos que entrañaba, pero también aquí se suavizó la ley y en 1927 pasó a considerarse no ya un delito sino una falta. La estruendosa condena del control de la natalidad en la encíclica papal Casti Connubii de diciembre de 1930 añadió combustible a las llamas de la polémica, y en 1931 se celebraron unos 1.500 actos y manifestaciones en una masiva campaña comunista contra los males de los abortos clandestinos.
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