Michelangelo Buonarrot (Caprese, 6 de marzo de 1475 - Roma, 18 de febrero de 1564), conocido en español como Miguel Ángel cuenta en una carta que “la buena pintura se acerca a Dios, se une con Él… No es sino copia de sus perfecciones, sombra de su pincel, su música, su melodía… Por lo que no basta que el pintor sea un grande, un hábil maestro. Más bien pienso que su vida debe ser tan pura y santa como sea posible, para que el Espíritu Santo gobierne sus pensamientos”.
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