El físico Jacob Bronowski, un elocuente portavoz de la filosofía humanista, escribió que la independencia y la originalidad, la disensión y la libertad y la tolerancia deben gobernar la sociedad de científicos, puesto que constituyen las necesidades básicas de la ciencia, y son los valores que la ciencia exige y a los que da forma. La sociedad de científicos debe ser una democracia, y sólo puede mantenerse viva y crecer gracias a la tensión constante entre la disensión y el respeto; entre la independencia de los puntos de vista de los otros y la tolerancia hacia ellos. Lo esencial del problema ético consiste en fusionar las necesidades privadas y las del público.
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