En un mundo tan complejo como el de hoy, donde vivimos en un estado de crisis crónica de una u otra naturaleza, donde la competencia se hace transnacional y se acentúa hasta límites insospechados, la empresa, acechada por todas esas fuerzas, ha ido adaptándose a la complejidad exterior y se ha hecho compleja en si misma. Ante una realidad empresarial crecientemente compleja, es reconfortante observar cómo las empresas mejor dirigidas del mundo mantienen en sus estructuras, sistemas de gestión, gentes, estrategias, estilos de dirección y cultura, una serie de principios básicos que permanecen a lo largo de su historia, los cuales constituyen los atributos que justifican su éxito económico. La orientación a la acción prescindiendo de la burocracia, la proximidad al cliente como fuente de inspiración y creatividad, las mejoras de eficacia en el trabajo generadas por aquellos mismos que tienen que implantarlas, el fomento del espíritu de iniciativa, la sencillez organizativa, la concentración en los campos de la actividad que son realmente vocación de la empresa, la involucración de todos los directivos en la acción directa, son características de empresas con éxito.
Referencia: En busca de la excelencia de Thomas J. Peters y Robert H. Waterman
Referencia: En busca de la excelencia de Thomas J. Peters y Robert H. Waterman
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