viernes, 16 de marzo de 2018

Europa es un concepto que se basa en cimientos espirituales.

Jan Patočka se opuso en Praga al régimen comunista y sufrió por ello numerosas persecuciones; fue uno de los fundadores de la “Charta 77”. Murió trágicamente a consecuencia de un violento interrogatorio de la policía. Por su vida y su ejemplo se le ha denominado el Sócrates de Praga. Para Patočka, la conciencia de Europa se formó y desarrolló con la adquisición del concepto del “cuidado del alma”. En su opinión, el cuidado del alma es la formación interior del hombre, es decir, la formación de una conciencia sólida e inquebrantable. No se trata de una forma de intelectualismo abstracto, sino que es más bien “una aspiración a encarnar lo eterno en el tiempo y en el propio ser, y a la vez una aspiración a resistir al huracán del tiempo, a resistir a todos los peligros que comporta, a resistir cuando el cuidado del alma pone en peligro al hombre”. “La historia de Europa es en gran parte, al menos hasta el siglo quince, la historia de los intentos de ocuparse del cuidado del alma. Europa nació de este motivo, es decir, del cuidado del alma, y ha muerto porque se ha permitido que cayera nuevamente en el olvido el cuidado del alma”.


Escribe Patočka: “Sócrates es el primero que a la tiranía secreta y a la hipocresía de la antigua moral opone la idea de que el hombre orientado, en el pleno sentido del término, a la búsqueda de la verdad, el hombre que examina lo que es bueno, sin saber él mismo lo que es positivamente bueno, pero rechazando simplemente las falsas opiniones, necesariamente parecerá el peor y más nocivo de los hombres, cuando en realidad es el mejor; y, por el contrario, el que adopta la postura de la masa parecerá el mejor, cuando en realidad su esencia más profunda representa lo peor, y el conflicto inevitable entre estos dos acabará por fuerza con la destrucción del hombre del bien”.

Patočka: “La aparición de la filosofía, su irrupción en la realidad, no significa que a partir de ese momento se convierta en una fuerza dirigente de la realidad. La filosofía nunca fue una fuerza dirigente. La filosofía es la reflexión. Incluso tras el despertar representado por la aparición de la reflexión, los hombres siguen cediendo al sueño, siguen viviendo en el mito. Platón lo sabe, y es una de las razones que le inducen a crear a su vez mitos, mitos nuevos (aunque hay otras razones más profundas). Pero el hecho es que, debido a la aparición de la filosofía, la vida no filosófica también se ve obligada de algún modo a enfrentarse consigo misma, se ve obligada a reflexionar, y este mero hecho hace que asimile algunos elementos de la filosofía. Esto determinó la especificidad de Europa. Solamente en Europa nació la filosofía, en el sentido de ese despertar por el que el hombre se libera de la tradición para entrar en el presente del universo; solamente en Europa o, para ser más
precisos, en lo que fue el germen de Europa, en Grecia”. “Se habla continuamente de Europa en sentido político, pero se olvida la cuestión de saber qué es realmente, y de dónde nació. Queremos hablar de la unificación de Europa, pero ¿acaso Europa es algo que pueda unificarse? ¿Se trata de un concepto geográfico o puramente político? No; y si queremos abordar la cuestión de nuestra situación actual, debemos comprender ante todo que Europa es un concepto que se basa en cimientos espirituales, y de este modo se entiende qué significa esta pregunta”.

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