Para David Harvey prácticamente todos los Estados, desde los recientemente creados tras el derrumbe de la Unión Soviética, hasta la socialdemocracia y los Estados de bienestar tradicionales, como Nueva Zelanda y Suecia, han abrazado en ocasiones de manera voluntaria y en otras obedeciendo a poderosas presiones, alguna versión de la teoría neoliberal y, al menos, han ajustado algunas de sus políticas y de sus practicas a tales premisas. El neoliberalismo se ha tornado hegemónico como forma de discurso. Posee penetrantes efectos en los modos de pensamiento, hasta el punto de que ha llegado a incorporarse a la forma natural en que muchos de nosotros interpretamos, vivimos y entendemos el mundo.
Gérard Duménil y Dominique Lévy están convencidos que la neoliberalización fue desde su mismo comienzo un proyecto para lograr la restauración del poder de clase. Tras la implementación de las políticas neoliberales a finales de la década de 1970, en Estados Unidos, el porcentaje de la renta nacional en manos del 1% más rico de la sociedad ascendió hasta alcanzar, a finales del siglo pasado, el 15% (muy cerca del porcentaje registrado en el periodo anterior a la Segunda Guerra Mundial). El 0,1% de los perceptores de las rentas más altas de Estados Unidos vio crecer su participación en la renta nacional del 2% en 1978 a cerca del 6% en 1999, mientras que la proporción entre la retribución media de los trabajadores y los sueldos percibidos por los altos directivos, pasó de mantener una proporción aproximada de 30 a 1 en 1970, a alcanzar una proporción de 500 a 1 en 2000.
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