Las Adoratrices, que combaten la prostitución y la trata de mujeres, reciben el premio Rey de España |
Global Sisters Report cuenta como las Hermanas Adoratrices ayudan a las mujeres a salir de la prostitución. Las Hermanas Adoratrices, fue fundada en España, en 1856, por santa María Micaela Desmaisières, que abrió un refugio para que antiguas prostitutas aprendieran a ganarse la vida tejiendo.
Las mafias se aprovechan para exigir a las mujeres que quieren ayudar a sus familias o escapar de la pobreza pagos de decenas de miles de euros. Ellas piensan que será fácil encontrar un trabajo en el país de destino, que será cuestión de meses pagar la deuda. Luego descubren que no es así.
“Cuando una de estas chicas está preparada para viajar, una señora se ofrece a ayudarlas”, explica Begoña Iñarra, una de las monjas del centro. “Realiza una ceremonia vudú en el que las chicas juran devolver la deuda y nunca revelar el contrato a nadie. Luego, un chamán hace un juju, un ritual mágico que las chicas creen que puede dañar, matar o volver loca a aquella que rompa los juramentos”. Según cual sea su patria, algunas tienen que atravesar varios países africanos antes de llegar al Mediterráneo. Allí tendrán que enfrentarse a una peligrosa travesía en cayuco a la que es muy probable que no sobrevivan. Cuando llegan a Europa, se dan cuenta de cuál va a ser su verdadero trabajo: la prostitución. Sin embargo, ya no pueden volver a su país, sus familias esperan que envíe dinero cuanto antes. Estas, por su parte, esperan que la chica encuentre otro trabajo pronto. Otras prefieren no saber nada.
Cuando una de estas mujeres es aceptada en el refugio, lo primero que se le pide es que rompa con su antigua vida. Esto significa cortar cualquier nexo de unión con su pasado. “Les pedimos que no cuelguen selfies en internet ni nada por el estilo”, explica la hermana Cristina Ramos. “Si lo hacen, sus antiguos jefes podrían encontrarlas y amenazarlas para que vuelvan a trabajar”. El equipo de Ramos ayuda a las víctimas con el papeleo necesario para obtener asistencia médica gratuita y otras ventajas que ofrece el refugio. Un doctor acude al centro regularmente para examinar a las chicas, que ayudan al mantenimiento del lugar, ya sea limpiando o cocinando. “Es muy fácil para sus antiguas jefas encontrarlas y presionarlas para que vuelvan a la calle”, explica Ramos. “Ahora las animamos a cambiar algunas de sus costumbres. Les decimos que vayan a una Iglesia distinta los domingos, por ejemplo. Aun así, es peligroso, porque no tenemos suficientes voluntarios para acompañarlas”.
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