En la duda sobre la existencia de Dios, debemos tener presente que la ausencia de evidencia no es lo mismo que la evidencia de ausencia. Aunque puede que no veamos a Dios, hay muchas pruebas evidentes de que sí existe. No es preciso que lo veamos para creer en su realidad. Si hay un Dios, ¿por qué no se hace más visible? Ariel Roth dice que en el contexto de una lucha entre el bien y el mal, se aísla para proteger nuestra libertad de elección. En caso contrario, podría poner en peligro nuestra libertad y violar su justicia si dominase en exceso, manipulando así las decisiones. Si Dios tiene la necesidad de darnos la libertad de aceptarlo o rechazarlo, puede ser que se quite de en medio.
No debería echarse a Dios la culpa del mal moral, como la injusticia, cuando tenemos libertad de elección y nosotros mismos causamos el mal. No deberíamos condenar a Dios por nuestras elecciones indebidas, como tampoco echamos la culpa al arquitecto de una casa cuyos inquilinos le
prenden fuego. Aquí es vital la cuestión del libre albedrío, igual que para la cuestión de la existencia de Dios mencionada más arriba. La auténtica libertad de elección requiere que se permita el mal moral, manifiesta Ariel Roth.
Libre albedrío. |
Un Dios creador podría realizar, de continuo, todo tipo de milagros para evitar el sufrimiento. Sin embargo, bien podría ocurrir que si Dios manipulase demasiado la naturaleza e introdujese demasiados milagros, no captaríamos las relaciones de causa y efecto. Las calamidades pueden servir para recordarnos que la racionalidad (es decir, la causa y el efecto) existe en el universo. Si el universo no estuviera básicamente ordenado, es dudoso que fuera posible un pensamiento lógico significativo.
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