Sigmund Freud |
En una carta a su amigo suizo Oskar Pfister, Freud escribía: “Por cierto, ¿cómo puede ser que ninguno de los creyentes haya sido capaz de concebir el psicoanálisis, y que hayamos tenido que esperar a un judío sin Dios?”. Según David Bakan en su obra Sigmund Freud and the Jewish Mystical Tradition, Freud se concibe a sí mismo como un nuevo Legislador que sustituye a Moisés, el anterior Legislador. El nuevo debe derrocar al antiguo. Moisés nos trajo una ley que ata, Freud una ley que libera. “De este modo, desempeña el papel de un nuevo Moisés que baja de la montaña con una nueva Ley volcada en la libertad psicológica personal”. El hombre religioso nació para ser salvado; el hombre psicológico, para el placer. Freud se veía a sí mismo no sólo como un liberador sexual, sino también, al identificarse a sí mismo con un mesías secular, como un nuevo Moisés: se veía a sí mismo con proporciones míticas.
David Bakan desarrolla y documenta de forma convincente
la tesis según la cual, al menos metafóricamente, Freud hizo un “pacto satánico” cuyo fruto fue el psicoanálisis. Poco después de cerrar el pacto, después de haber atravesado un período de improductividad y falta de ánimo, Freud escribió “La interpretación de los sueños” (1910), trabajo que siempre consideró su obra maestra. Al inicio del libro consignó el lema “Flectere si nequeo superos, Acheronta movebo” (si los dioses del cielo no me son de utilidad, moveré el infierno entero). Bakan argumenta que para Freud era perfectamente lógico considerarse a sí mismo el diablo, dado que tanto él como el diablo eran los opuestos de Moisés. Cita una observación que Freud hizo en una ocasión a sus colegas: “¿Sabéis que soy el Diablo? Durante toda mi vida he tenido que interpretar el papel del Diablo, a fin de que otros pudiesen construir las más bellas catedrales que salieron de mi mente". Bakan añade a renglón seguido: “La enfermedad del neurótico es la culpa. Esta culpa es, en sí misma, un mal, y eliminarla es algo bueno.Si Dios es la imagen que produce la culpa, entonces el Diablo es la fuerza opuesta”.
David Bakan |
Juan Pablo II |
Desde el punto de vista de la tradición judeocristiana, sólo Dios Padre no tiene padre. Pretender no tener padre sería por tanto equivalente a pretender ser Dios. El papa Juan Pablo II ha escrito que “El pecado original pretende abolir la paternidad dejando al hombre solamente con un sentido de la relación entre amo y esclavo”. La ausencia de paternidad implica la imposibilidad de la fraternidad. No es casual que tanto Schopenhauer como Nietzsche y Sartre, además de Freud, forcejeasen con la noción de la carencia de padre, dice el profesor Donald de Marco. Lo que esa carencia implica si se lleva a sus últimas consecuencias, aunque esa implicación sea irreal, es la carencia de Dios y la autodeificación. Pero su implicación más inmediata y existencial es la orfandad y el abandono.
Freud habla de amor en términos de Eros, pero en realidad lo reduce a un deseo instintivo que se agota a sí mismo conforme resulta satisfecho.
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