lunes, 21 de noviembre de 2016

Sobre la fraternidad e igualdad.

Weaver
El antiguo sentimiento de fraternidad conlleva obligaciones que la igualdad ignora por completo. Apela al respeto y la protección, ya que fraternidad significa condición en el seno familiar, y la familia, por naturaleza, es jerárquica. Impone paciencia con el hermano menor y autoriza que el cumplimiento del deber le sea exigido al mayor. Pone a los seres en medio de una red de sentimientos, no de derechos, escribe Richard Weaver.


Es muy revelador de esa falta de respeto por la lógica a la
La ley.
que tantos desastres debemos que la Revolución francesa decidiera asociar la igualdad con la fraternidad. De este modo nos brindó un anticipo de lo que son nuestras campañas políticas, con su desvergonzada costumbre de prometérnoslo todo.La igualdad es un concepto desorganizador, en la medida en que las relaciones humanas suponen un orden. O es un orden desprovisto de intención, ya que aspira a regimentar, sin ton ni son, ni oficio o beneficio claro, lo que desde tiempos inmemoriales ha recibido un orden dentro del esquema de la creación. Ninguna sociedad que se diga justa puede ofrecer menos que la igualdad ante la ley, pero eso no quiere decir que la igualdad de condiciones sea la regla entre jóvenes y viejos o entre hombres y mujeres; ¡si ni igualdad hay entre amigos! Por regla general, cada quien explota sus puntos fuertes. Distribuir entre todos roles idénticos sólo genera confusión, primero, y después alienación, como podemos generosamente comprobar cada día. Pero lo peor no es que a esta desordenada herejía se le permita sembrar el caos entre las más elementales formas de asociación social, sino que además está generando reservas de venenosa envidia. ¡Cuánta frustración en el mundo moderno no se deberá al postulado de base de que todos somos iguales, al posterior descubrimiento de que es falso!
La fraternidad centra nuestra atención en los otros
La fraternidad centra nuestra atención en los otros, la igualdad lo hace en nosotros. No es casual que la sed de igualdad coincida en el tiempo con el auge del egoísmo.

La fraternidad centra nuestra atención en los otros, la igualdad lo hace en nosotros.

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