Lo mas importante en el trato con los hombres y mujeres con quien nos relacionamos es respetar su dignidad de personas.
El Papa Francisco cuenta la siguiente anécdota:
"En la época en que era rector del colegio Massimo de los jesuitas y párroco en Argentina, recuerdo a una madre que tenía niños pequeños y había sido abandonada por su marido. No tenía un trabajo fijo y tan sólo encontraba trabajos temporales algunos meses al año. Cuando no encontraba trabajo, para dar de comer a sus hijos era prostituta. Era humilde, frecuentaba la parroquia, intentábamos ayudarla a través de Cáritas. Recuerdo que un día,estábamos en la época de las fiestas navideñas,vino con sus hijos al colegio y preguntó por mí. Me llamaron y fui a recibirla. Había venido para darme las gracias. Yo creía que se trataba del paquete con los alimentos de Cáritas que le habíamos hecho llegar: “¿Lo ha recibido?”, le pregunté. Y ella contestó: “Sí, sí, también le agradezco eso. Pero he venido aquí para darle las gracias sobre todo porque usted no ha dejado de llamarme señora”. Son experiencias de las que uno aprende lo importante que es acoger con delicadeza a quien se tiene delante, no herir su dignidad".
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