Tengo claro que el gobierno de la República conocía con antelación la quema de iglesias y conventos en 1.931.
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Manuel Azaña |
Manuel Azaña, en sus Memorias íntimas, concretamente en las líneas fechadas el 7 de diciembre de 1.932, anota que recibió la visita de un confidente y afirma que era el mismo que un año antes había advertido al ministro Maura, “cuarenta horas antes” de la quema de conventos, de lo que sucedería. Todo parece indicar, por tanto, que existió premeditación y un cierto grado de organización en los atentados. A los textos que lo denuncian debe sumarse la evidencia de que para llevar a cabo incendios múltiples e importantes en diferentes puntos de la ciudad, y perpetrados en pocas horas de diferencia, se requiere una logística incompatible con la improvisación.
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Guardia Civil. |
El caso más significativo se produjo en Sevilla. El gobernador militar de la ciudad, general Gómez García-Caminero, ordenó a la Guardia Civil que se retirara de los lugares donde se produjeran incidentes y no autorizó la protección del palacio episcopal. Por este motivo, los bomberos no pudieron intervenir en los edificios que se iban incendiando y la sede episcopal también fue destruida. El general no se lamentó en ningún momento de haber impedido la actuación de las fuerzas del orden ni de haber obstaculizado la de los bomberos sino que, complacido por los resultados, envió un telegrama al ministro de la Guerra, Manuel Azaña, afirmando textualmente: “Ha comenzado el incendio de iglesias. Mañana continuará”.


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