Cuando la incredulidad surge de la aversión.
Comenta un tertuliano que ha estado trabajando en el Partido Popular, que por más que a veces se intente argumentar ciertos valores del humanismo cristiano, algunos compañeros de partido se cierran sobre si mismos y no se consigue avanzar en la discusión.
La incredulidad, dice el Cardenal Newman, surge de la aversión al contenido de las Escrituras, de ahí que lo que convence no son tanto los sólidos argumentos a favor sino el silencio; porque hay en el fondo una antipatía secreta a las doctrinas del cristianismo, que está absolutamente fuera del alcance de la discusión.
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