Un empresario que se da cuenta de que ganar dinero no le importa tanto como se imaginaba. O bien otra persona que se da cuenta de que su papel de playboy no le interesa nada. O bien otro que se da cuenta de que ir a la discoteca no es nada interesante, que detrás de toda esa búsqueda de placer y de delirio por el trabajo hay un vacío interior, una búsqueda de sentido frustrada. Y entonces toma conciencia de ello. Tiende la mano a un sentido, a un compañero o compañera al que poder amar y al que no utiliza sólo como herramienta sexual o como medio para conseguir la abreacción y descargar así sus necesidades y pulsiones sexuales. Y es consciente de que le aguardan una serie de obligaciones, de que debe ponerse al servicio de algo en lo que él pueda servir de verdad. Y en el servicio a ese algo podrá realizarse. La persona toma conciencia de todo esto.
Una persona que se proyecta hacia un sentido,dice el profesor Victor Frankl, que ha adoptado un compromiso por él, que lo percibe desde una posición de responsabilidad, tendrá una posibilidad de supervivencia incomparablemente mayor en situaciones límite que la del resto de la gente normal. Naturalmente, esta no es una condición suficiente para sobrevivir, pero sí necesaria.
No hay nada en el mundo que sea tan capaz de consolar a una persona de las fatigas internas o las dificultades externas como el tener conocimiento de un deber específico, de un sentido muy concreto, no en el conjunto de su vida, sino aquí y ahora, en la situación concreta en la que se encuentra.
El sentido es un proceso de toma de conciencia.El sentido no se puede transmitir, como tampoco se puede tomar de las manos de la tradición. Es algo único e irrepetible, dice Victor Frankl. ¿Cómo pueden la tradición o nuestros padres saber qué clase de deberes o situaciones concretas deben imponernos o proponernos? Por eso creo que el descubrimiento del sentido es esencialmente independiente de la tradición. Simplemente, no hay vuelta atrás. Creo que fue Novalis quien dijo que la escalera por la que ha ido subiendo la humanidad se ha derrumbado. No podemos dar la vuelta y bajar, porque no hay escalera.
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