Calicles. |
En el Gorgias platónico Calicles le espeta a Sócrates que uno puede ocuparse de la filosofía mientras sea joven, pero que hacerlo de viejo resulta ridículo. Hoy nuestros nuevos sofistas, los pedagogos, han decretado que ni siquiera en la educación del joven es buena la filosofía. Poco tiempo después Epícuro aconsejaba a Meneceo que nadie debería avergonzarse de filosofar ni de joven ni de viejo, “porque nunca es tarde ni temprano para aprender a ser feliz”. No hará falta concluir que en los tiempos presentes estas cosas suenan a enormes paparruchas. La pregonada inutilidad de la filosofía viene a ser la confesión clamorosa de que educar se ha vuelto ante todo una instrucción para el mercado, una adquisición de destrezas y habilidades con vistas a ser vendidas.
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